miércoles, 29 de octubre de 2014

EXCITADA Y EN CARDIOLOGÍA

Ella estaba allí, con su bata blanca y sus muslos firmes, levantados por los tacos de siempre, muy altos, creo que número ocho.

Se acercó a mí con su estetoscopio en mano. Venía la prueba más difícil. Sentir que sus dedos rocen mi cuerpo, mis pechos, para tomar la presión, los latidos de mi corazón. Sabía que siempre iba a salir mal el examen si no ponía de mi parte, si empezaba a pensar en ella como mi amante. Por eso, después de transpirar bastante, lograba controlar mi emoción (o eso pensaba). Cómo me gusta la condenada doctora.

No es que sea linda, lo que pasa es que me atrae su sensualidad. Y es que soy experta en sentir esta "cualidad". Apenas conozco a alguna mujer, siento que su libido es alto. Eso no se me pasa por alto. Ella trasmite todo eso. Me encanta, quizá por eso mi corazón latió más veces de lo normal y comencé a medicarme según sus indicaciones. La doctora de mamá se convirtió en la mía. ¡Qué casualidad!

Fueron seis meses de tratamiento, pero no cumplí con tomar las dosis. Es que, como soy bien volada, hubo varias oportunidades en que olvidé tomar las pastillas y, al medir mi presión, me di cuenta de que estaba baja. Eso me dijo la verdad a gritos: cuando ella me puso el estetoscopio no controlé mi emoción y mis latidos se dispararon. ¿Cómo decirle a ella la verdad? ¿Cómo confesarle que su proximidad había causado que mi corazón se desbocara? Solo dije que ya no tenía nada. Ella me tomó varias veces la presión (estuve casi como un témpano para que no se alocara mi ser) y confirmó que todo estaba bien conmigo. Sin embargo, no dejó de recomendarme que haga dieta y coma bajo de sal (cosa que no hago ni haré).

La extraño. Ya pasaron varios meses pero sigo viendo a esta mujer cuando acompaño a mamá. Ella se pone nerviosa debido a mi confesión. Sí, la agarré desprevenida un día de consulta. Estábamos solas y mi lengua fue más rápida que mi razón y dije: "Doctora, usted es muy atractiva. Me encanta".

Pasaron varios minutos hasta que pronunció un gracias atolondrado. Estaba colorada y tenía una sonrisa de medio lado. A pesar de ello, siempre me trató bien. Lo digo porque mucha gente es homofóbica en el Perú. La cardióloga se porta muy bien conmigo, siempre es amable.

Y es que extraño los uniformes, siempre me gustaron. Dentro de poco te contaré sobre mi amante, la que me enseñó cómo hacer el amor, la que me hizo llegar a la luna con su boca caliente. Ella vestía de blanco, tenía toca, ¿ya sabes qué oficio tiene? Sí, así es. Y yo era una paciente con mucha suerte.

Hasta pronto

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