Para mí te fuiste sin hacer ruido, pasando por una de las tantas crisis que soportaste y de las que siempre saliste airosa... quizá por eso muchos pensamos que pronto te veríamos de pie y acompañada por tu infaltable y eterna sonrisa.
Amiga bella, no puedo borrarte de mi mente; el maldito cáncer ganó la batalla pero no la guerra. Por fin eres libre, ahora puedes volar por los escenarios mágicos que soñaste, ahora son una realidad y tú vives en ellos.
En algún momento estuvimos juntas, luchando contra el mismo enemigo, pero te adelantaste y me ganaste; hoy vives en paz.
Tu alma desprendida, amable y feliz vive mejor que nunca. Siempre serás la guerrera que jamás dejó de luchar y que triunfó.
Mañana cumplo un año más, soy más vieja pero no más sabia. Todo el tiempo aprendo, ¿es eso ser sabia? La vida te enseña a golpes las verdades, las lecciones, y vaya que sí aprendes.
Linda rosita, me enseñaste a vivir sonriendo a pesar de los golpes y de las luchas, a pesar de las heridas y los dolores. Siento como si estuvieras dentro de mí; creo que peco de soberbia al pensar así.
Los cuentos que escribiste tienen color rosa, son infantiles, puros, ingenuos y felices. Te hacen soñar en mundos perfectos, en gente buena, como tú.
Papá y tú ya deben ser grandes amigos, cómo no. Él te habrá enseñado los trucos para tener la gloria eternamente y tú serás una excelente alumna que me enseñará a mí, cuando me toque.
Pronto nos encontraremos y me recibirás con esa sonrisa maravillosa, y volveré a sentir la tranquilidad y la alegría de ser una luz, libre de cuerpo alguno.
Descansa en paz, amiga mía
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