domingo, 15 de marzo de 2015

AYER

Ayer te volví a ver. Otra vez tus brazos se cerraron contra mi pecho y tu voz, dulce y festiva, me dio la bienvenida.
Sentí tu respiración que, agitada, hacía que tu corazón imprimiera sus latidos en mi cuerpo. ¡Ah, qué alegría tan grande sentirte así de cerca!
Las palabras se peleaban por salir, por formarse, pero tu presencia hacía que enmudecieran. Solo oía cómo, con rapidez, de tu boca salían preguntas como ¿dónde estabas?, ¿por qué te desapareciste?

Sí, pues, quería ver tu reacción ante mi ausencia. El resultado fue más que halagador: estabas feliz, demostrando tu amor por mí, y me di cuenta que ya era tiempo de decirte cuánto te amaba. Y lo hice. Fuimos al lugar de siempre, ese que nos brinda la intimidad para demostrar, con palabras y caricias, cuánto nos amamos.

Querida mía, cuánta falta me hacías. Y sé que tu cuerpo me esperaba, ansioso, al sentir su humedad, su deseo, su pasión. Me encanta cuando te quedas en silencio, mientras exploro fuera y dentro de ti; cuando, de pronto, estallas con un grito de placer y me aprietas tan fuerte que casi me arrancas de este mundo. Tu clítoris es el primero en estallar, túrgido, mientras parece buscar algo arriba; sí, extraña mi lengua, mis labios, la humedad de mi boca, mis besos y, también, mis caricias.

Luego, las dos permanecemos unidas en un cálido abrazo, mientras pronunciamos quedo, al oído de cada una, palabras que acarician nuestras almas. Es la sobrecama. Pedimos un café y algo qué picar. Somos felices. Lo tenemos todo: a nosotras. No necesitamos más para sobrevivir a este mundo, a esta vida, a nada y a todo.

Esta vez ninguna se irá, lo hemos prometido entre lágrimas y besos. No somos las que esperamos una ley para casarnos, no. Creemos en nuestro amor, eso basta y sobra. No necesitamos que la ley o algún papelito con un sello nos diga que nos amamos y que viviremos juntas para siempre. No. Basta, para nosotras, que nos amemos y que estemos juntas por amor y más amor. Eso es lo que cuenta.

Me estás llamando para salir ya. Tenemos una reunión, en un hostal, en Barranco. Es el cumpleaños de un gran amigo y su chico le organizó tremenda fiesta. Nos veremos con algunos amigos que no frecuentamos ya, debido a estar tan enamoradas y no tener tiempo para más.

Sé que así son los inicios, y sé que luego vendrá el reposo del que habla mi primo, también homosexual. Yo estaré para ti, en toda época. No importará cómo sea ni cuáles nuevos gustos nos invadirán. Lo que bastará siempre es que estemos juntas. Eso es lo único que cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario