jueves, 18 de julio de 2013

LA MEJOR COMBINACIÓN: XX+XX

xx+xx

Esa combinación siempre me pareció la mejor, la más conocida (pues era mi cuerpo y sus sentires los que tenía al frente), cercana, fácil (aunque con el correr de los años me diera cuenta de que no siempre es así), y deliciosa a rabiar (argumento de mayor peso que los otros).

Aprendí a generar catarsis de mis impulsos sexuales apoyándome en juegos de manos con mis amigas, estos se volvían más frecuentes de los que pensaba, hasta que ya el deseo los convertía en más agresivos, tanto que hacían que en su rostro se dibuje una interrogante de la que huía despavorida, pues intuía el torrente de preguntas que se avecinaba. Eso fue al principio.

Más adelante, ya el impulso desenfrenado me llevaba a buscar sus mejillas para besarlas, el poder hacerlo me daba carta libre, sabía que ella sí me correspondería. Luego fueron sus labios, su cuello... aprendí a desnudar con una sola mano, mientras que la otra hacía su trabajo. No existieron corchetes que no pudiera zafar rápidamente para quitar un sostén tan solo con dos dedos, ¡y de la mano izquierda!

Siempre fui rápida solo para eso, en cambio, para hacer el amor ella me enseñó la lentitud, la suavidad y la fuerza, hasta que, en el orgasmo infinito me implorara con gritos y llanto que terminara de una vez.

Y así fue: la alumna superó a la maestra, pero ella se perdió en las tinieblas, mientras yo trataba de olvidarla.

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