viernes, 12 de diciembre de 2014

TE CANTO

Cerca de la madrugada escucho su sonido, ese que hace al frotar sus patas velludas. Sí, es el cri-cri de uno de los tantos grillos que rompen el silencio de la avenida donde vivo.

Eso me hace pensar que quizá todos somos grillos con un cantar particular formado por nuestros quereres, nuestras angustias, nuestros olvidos y nuestros triunfos. Todos cantamos eso y mucho más, sin importarnos si le interesa a alguien nuestro monótono ruido... ¿o no tan monótono? Quizá para nosotros mismos no lo sea.

Creo que canto bastante cuando la noche está avanzada y no tengo sueño. Te sueño, te espío sin saberlo y solo por mi subconsciente, que no tiene los bloqueos que sí atan mi pensamiento mientras estoy consciente y segura de lo que no me conviene hacer.

A veces (como ahora), quisiera tener otra persona en quien pensar pero no es así. Tú marcaste mi alma, mis pasos, mi vida entera y no te has ido o no te he dejado ir del todo. ¿Tan fuerte fue mi pasión por ti? ¿Es que no solo eso fue sino también "amor"?

Tu casa fue mi casa y tu vida fue la mía. Nos acoplamos por completo, sin importar diferencias de edad ni de costumbres ni de mundos. Solo pasó y no sé cómo. Fue increíble que nosotras, mujeres de culturas distintas, llegáramos a respirar al unísono, a dispararnos hacia la estratosfera con nuestras caricias, con nuestros sexos unidos, con nuestros pensamientos compartidos una y mil veces.

Tú eres mi canto, todos los recuerdos juntas fluyen de mí. Pareciera que todos se dan cuenta de esto porque es como si un círculo me cerrara por completo, contigo.

Y muchas veces me pregunto si te pasa lo mismo conmigo. Si ya me olvidaste o sigues perseguida por mis recuerdos; si muchas veces, antes de dormir, mi recuerdo te lleva lejos.

Por ahora, otra Navidad que se acerca sin traerte. Otro fin de año que se va sin prometer tu regreso para el que viene. Después de pensarlo, me pregunto: "¿Qué pasaría si te tuviera otra vez a mi lado? ¿Cómo reaccionaríamos? ¿Sería lo mismo que durante los últimos años?" Y allí, empiezo a asustarme, a retroceder y querer borrar mis pensamientos contigo.

Por fin, caigo en la misma conclusión: "Hay que dejarlo ahí; todo es mejor así". Sí, pues, atesorar los buenos recuerdos es fantástico, y todo debe quedar así: como un lindo recuerdo que uno repasa las veces que quiere para sentirse bien.

Así sea.


No hay comentarios:

Publicar un comentario