miércoles, 11 de septiembre de 2013

DUENDE TRAVIESO

¡Por fin!, encontré un momento en que me quedé a solas conmigo misma, unos minutos en que no hay nada urgente por hacer; es como si hubiera entrado en un lugar donde el tiempo se paró, donde me siento libre de presiones, donde puedo estar a mis anchas con pensamientos que fluyen sin parar de mi mente.

Todavía me parece estar viviendo la época de Navidad, ¡es que está tan cerca y tan lejos! Aún puedo ver los arbolitos recargados de adornos que todas las tiendas mostraban o las ventanas de las casas plagadas de luces, igual que las fachadas de mansiones de un barrio limeño muy pituco, donde las adornan a más no poder queriendo igualarlas a las de algún país «desarrollado», donde dicen que todo es perfecto.

Pero Navidad se fue tan rápidamente como llegó, igual que todos los días del 2007. Miro el calendario y sé que este enero ya casi dobló la esquina sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.

Se diría que un duende travieso encargado del tiempo jugara con él, que hiciera que las horas adquirieran una velocidad inusitada, nadie lo ve porque todos estamos ¡tan ocupados!, lo imagino adelantando sigilosamente nuestros relojes, sonriendo de gusto al pensar en la cara de aturdidos y asombrados que tendremos al verlos.

Sí pues, otro año empezó, y sus días se escurren rápidamente por las esquinas de mi vida. Lo único que me queda por hacer es vivir al mismo ritmo, pero buscar momentos como este, donde puedo ser como soy, donde me encuentro y te encuentro a ti, donde puedo crearte para que seas única, exacta, a mi medida.
15.1.2008

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