Hace mucho que no escribo, y es que he estado un
poquito recluida... sí.
Luego de la reclusión involuntaria he vivido una
libertad que no esperaba ya.
Tanto así que he tenido miedo de volver a escribir.
De nuevamente suponer que ya había pasado la
tormenta, cuando en realidad estaba en el ojo del tornado, envuelta en una
calma artificial, pues al poco tiempo todo estallaba frente a mí.
Ahora me atrevo a plasmar en mi bitácora lo que
siento, porque ya ha pasado algo más de tiempo.
Casi me atrevo a creer que ya no habrá tormentas
tan fuertes como las vividas, quizá serán iguales de intensas pero ya no harán
tanto daño a la piel de mi alma, pues esta se ha curtido con los golpes del
destino, al que agradezco porque he aprendido más.
Porque el dolor ha hecho crecer en mí cosas buenas y aprender a valorar la rutina, la mañana, y el pedacito de cielo que diviso a
través de mi ventana.
Estar de vuelta en casa es como haber reencontrado
el paraíso.
Caminar sin dolor es una bendición que me cayó del
cielo.
Poder sentarme y escribir es como volver a nacer.
Porque eso es lo que creo y eso es lo que siento.
Por ti nací tres veces, y quién sabe si renazca
otra vez.
Lo último vivido ha logrado que madure, que pueda
ver más allá de mis ojos, más allá de la vida, y más allá de la muerte.
Escrito por alethiaperu el 4/11/2007 15:52
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