jueves, 7 de noviembre de 2013

MI ÁNGEL CON RUEDAS

Mi pena lleva ya varios días, uno de mis motores de vida está alejándose, ¿muriendo? Dios quiera que no. Mi niño es una de las más grandes personas que he conocido, es fuerte ante los temporales, guapo, y su rostro siempre está adornado por su sonrisa, su maravillosa sonrisa.
Cada día que pasa llamo para saber cómo está, y es que no se puede entrar a cuidados intensivos.

Mi amigo baila. Forma parte de un grupo de danza inclusiva y cada vez que puedo estoy dentro del público que lo aplaude. Con eso él sueña, y hace realidad sus sueños... parece ser que es el preferido de Dios porque, a pesar de ser de condición humilde, logró conocer París... ¡París! Sí, fue parte del grupo invitado por una institución francesa, y tiene sus fotos del viaje ¡maravillosas!

Es verdad, mi jovencito, porque no es niño aunque yo lo vea así, logró bailar en Europa. Consiguió lo imposible, por eso lo admiro y lo amo desde que lo vi ese día en el hospital sobre una camilla. Desde ese momento me enamoré de él, de sus blancos dientes que siempre enseña porque no para de sonreír, a pesar del pronóstico pensado. Sí pues, pensé que cuando se acabaran sus esperanzas de volver a caminar ya nunca lo vería feliz. Me equivoqué, gracias a Dios.

Mi amigo es grande, no se ha quedado sentado ni echado en la cama por sentirse discapacitado, no. Él siempre está caminando sobre las ruedas de su silla, sonriendo a todos, pensando en qué más hacer para vivir feliz. Se ha matriculado en clases de computación, a las que va siempre, danza con su grupo en muchos escenarios, sale con sus amigos y se va de parranda. Tiene proyectado (porque sí, proyecta) trabajar contestando llamadas telefónicas, y sé que lo hará realidad.

Querido, no te desanimes, sigue luchando para verte otra vez sonreír, para estar con el público y aplaudirte a rabiar cuando bailas. Para poder ver las fotos que cuelgan tus amigos cuando están contigo en la piscina, en las reuniones con el trago (ya te he dicho que no tomes, bandido, pero me dices que no lo haces seguido...). Por eso agradezco a tu madre, que siempre te permitió hacer de todo, que dejó que seas feliz.

Sé que eres tan bueno que Dios ya quiere llevarte, lo sé, y me duele como una espada clavada en mi pecho.

Diosito, no permitas que mi querido niño se quede entubado y postrado para siempre y durante años. Por favor, si es así es preferible que te lo lleves para que sea plenamente feliz. Eso pienso, pero, inmediatamente algo me dice que quizá él podría superar esto también. Es tan noble y fuerte... por favor, Señor, dale mucha más fuerza para afrontar lo que venga.

Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario