Me escapé... pocos días pero son, como diría mi poeta preferido.
Estuve cerca y lejos, a la vez.
Caminé por un barrio conocido pero lejano para mí. Y es que ya pasó mucho tiempo desde que pisé sus calles viejas, los peldaños del frente del puente, ver la iglesia que está al lado.
Me encantó. Quise escribir pero perdí mis lentes por enésima vez... para variar.
También la vi al día siguiente de mi "viaje". Me abrazó como solo ella sabe hacer y me dejó con la miel en la boca. Igual, nos fuimos al teatro pero con cinco personas más.
Luego, fue un encuentro más cercano. Estuvimos con una amiga (el violín desafinaba) hasta cerca de las tres de la mañana. Me encantaron sus sentires, su forma de ser y de pensar. Es una gran chica pero no está en mi mundo. No. Hablamos con sinceridad, por lo menos yo la tuve.
Al poco rato no me importó cortar mis medicinas por un mojito, y al no gustarme cómo lo habían preparado probé un pisco sour y mejoró mucho mi sensación. Conté parte de mi vida sin importarme nada, y ella defendió los derechos gay pero nada más.
Sin embargo, me parece que somos más amigas porque ella también lo declaró. Y eso me gusta. Tengo muy pocos amigos, casi nada de amigos, y pensar en tener una nueva amiga me encanta. Sobre todo si declara quererme y entenderme. Qué bueno.
Lo dos primeros días dormí poco, eso me sucede cuando estoy en cama ajena. Al tercer día, fue mejor todo. Dormí hasta más no poder, caminé, compré delicias, visité el bar que tanto quise, aunque sé que no está en el mismo local lo han decorado igual al de antaño. Me sentí en casa, recorrí las paredes con los afiches pegados. Saboreé un sánguche contundente y bebí el clásico pasadito.
Al día siguiente, paseé por otra parte y encontré otro hospedaje. ¡Qué sorpresa! El lugar es amplio, ofrece lo mismo y cuesta la tercera parte por noche. Me parece genial haberlo encontrado porque pienso regresar, escaparme otra vez, desenchufarme de todo y de todos. Y no está lejos, está muy cerca del centro del distrito, de las peñas, de las tabernas, ¡de todo!
Ese último día fui al distrito colindante. No tenía mucho tiempo antes de que llegara el taxi para traerme. Te recordé, ¡y cómo no hacerlo! Esas veredas las pisamos juntas una y mil veces, por años. Solo me faltó caminar por el malecón. Es otro pendiente. Amo el sur, lo extraño, lo vivo. Es otro aire el que respiro allí, otra historia, otros aromas. Se ha desordenado más pero no ha perdido su encanto para mí. La brisa marina flota en el ambiente, creo que eso es lo que me atrapa, lo que me fascina.
Poco tiempo. Sí. Necesito el doble, como si pidiera un pisco sour doble. Es que probé su gustito después de mucho tiempo y no me alcanzó para saborearlo como debía. Ya habrá tiempo.
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