Pero esta vez creo en que la reelección es necesaria. Todos tenemos derecho a otra oportunidad. Además, esta señora se portó mejor que muchos hombres en su puesto: se enfrentó a mafias que, con mucho dinero bajo la manga, lograron enquistarse en nuestra sociedad, propugnando el descontrol, la impunidad, el maltrato a los consumidores y a los vecinos.
La alcaldesa le torció el brazo a los grandes de La Parada y a los "empresarios" dueños de flotas de micros que no renuevan, que juegan a las carreras sin importar la seguridad de los pasajeros ni que los ancianos se tambaleen y, muchas veces, caigan ante la excesiva velocidad.

Voté por ella después de que ayer le escribiera a mi hermana, evangélica ella, que me acababa de dar cuenta de el por qué no quería votar por Susana. Pues sí, por la noche me vino el destello en mi cabeza, cuando por enésima vez me dijo, chateando, que no votaría por ella. Sí, estaba segura. Era por la cercanía de la alcaldesa a los grupos que avalan y protegen a los homosexuales, porque ella le dio trabajo a muchos dirigentes de este grupo, mi grupo. Y no paré hasta pedirle que recuerde que yo soy homosexual, que no lo olvide. También le recalqué que no me había percatado de ello hasta ese momento y que mi voto era por su trabajo, nada más.
Bueno, es casi seguro que los limeños votarán por ese candidato que tiene un oscuro pasado; como siempre, los peruanos no tienen memoria, olvidan pronto. Lástima.
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